MADRID. (elmundo.es). Un grupo de
científicos de Suiza acaba de publicar un listado de 175 componentes químicos
con propiedades peligrosas conocidas que se están utilizando de forma legal en
el proceso de fabricación del envasado alimentario. Es decir, sustancias como
los ftalatos (que se añaden a los plásticos para dotarlos de flexibilidad)
están presentes, por ejemplo, en las latas de conserva. Así lo denuncia un
artículo que acaba de ver la luz en la revista Food Additives and Contaminants.
Los ftalatos
son sólo uno de esos 175 componentes que generan preocupación, al igual que los
parabenos (usados para ampliar la caducidad de productos cosméticos), las
benzofenonas (incluidas en los filtros ultravioleta) o el bisfenol A (para la
fabricación de plástico). Todos estos son disruptores endocrinos capaces de
alterar el sistema hormonal humano y afectar a la salud. El año pasado, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba sobre el aumento de la
exposición a la que estamos sometidos (por su presencia en pesticidas,
productos de cuidado personal y cosmético, electrónica, así como aditivos o
contaminantes en los alimentos) y el riesgo que podría conllevar sobre la salud
de la población.
La
literatura científica habla de un incremento problemas de fertilidad,
malformaciones genitales, alteraciones tiroideas en niños, trastornos del
sistema inmune, nacimientos prematuros, cáncer de mama, ovarios, próstata o
testículo, obesidad, diabetes o trastornos del desarrollo intelectual y déficit
de atención, entre otros problemas.
Aunque las
dosis que se identifican en esta investigación de las 175 sustancias químicas,
dicen los autores, “son muy bajas, su toxicidad puede verse incrementada por la
presencia de otros componentes tóxicos”, afirma Jane Muncke, una de las investigadoras
firmantes del trabajo. Una idea que también remarca Nicolás Olea, director del
Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada: “Existe sospecha confirmada
en animales del efecto cóctel, es decir, del efecto sobre el sistema hormonal
que tienen los niveles bajos de múltiples componentes”.
Hay más de
6.000 sustancias que pueden entrar en contacto con los alimentos durante su
manejo y almacenamiento. “Son una posible fuente de contaminación, ya que
pueden migrar del material a la comida”, señalan los autores del trabajo.
Teniendo en cuenta precisamente que algunos componentes químicos se han
vinculado con serios problemas de salud, “queríamos comprobar cuáles de las
sustancias que se utilizan en la práctica común de la industria alimentaria (declaradas
en listas europeas y estadounidenses) también forman parte de un índice oficial
de químicos preocupantes e incluso muy preocupantes.
Manejo y
almacenamiento
Los
disruptores endocrinos no son los únicos encontrados entre los 175 químicos que
generan preocupación, aunque sí suponen una mayoría. Los investigadores han
detectado otros componentes cancerígenos, mutagénicos y tóxicos para la
reproducción. De todos, 21 habían sido reconocidos por su Muy Alta Preocupación
(SVHC) por la Agencia Europea de Sustancias Químicas. Esta definición,
argumentan los científicos suizos, implica que “deberán ser controlados
adecuadamente y progresivamente sustituidas por alternativas menos peligrosas”.
En vista de
los resultados, los investigadores denuncian la debilidad de las regulaciones
legislativas a la hora de controlar los químicos que intervienen, no sólo en el
material de los envases (plásticos y cartón), sino en el proceso de envasado.
Como señala el experto español al comentar este trabajo, “en el comité de expertos
que interviene en la toma de decisiones en Europa, el lobby industrial es muy
potente y está muy bien organizado, al contrario que los representantes
científicos”.
“Desde la
perspectiva del consumidor, resulta verdaderamente inesperado e indeseable el
hecho de que sustancias químicas potencialmente peligrosas se utilicen
intencionadamente en los materiales que están en contacto con los alimentos”,
afirma Muncke.
Al igual que los autores suizos, Olea apuesta por una regulación
más restrictiva. “Cuando por fin conseguimos demostrar que la exposición
química está asociada a una calidad seminal peor en los jóvenes, por ejemplo,
ya hay daños causados. Es tarde”. Lo ideal sería establecer una regulación
basada en el “principio de precaución”.
Fuente: elnacional.com.do
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